En Venezuela, al
igual que en otros países con realidades distintas a la nuestra, las empresas
se ven obligadas a transformarse de manera continua para adaptarse a los
cambios del entorno y con ello garantizar su continuidad operativa.
Nuevas
regulaciones, tecnologías emergentes o cambios en la demanda del cliente,
suelen ser los factores que ponen a las organizaciones frente al reto de
adaptarse o transformarse.
Por lo general, el
elemento que detona la decisión de las empresas de adecuarse a los nuevos
tiempos, es la aspiración de optimizar el desempeño financiero. En menor grado,
la necesidad de integrar nuevas tecnologías a sus operaciones, seguido por el
querer mejorar los procesos en la cadena de valor. La mayoría de las
organizaciones obvia o relega, el cuarto gran cimiento de cualquier operación,
el talento humano.
La iniciativa de
transformación debe involucrar a todo profesional en el proceso de cambio,
incluso, desde la redefinición de la Misión, Visión y Valores de la compañía.
De esta manera, el talento humano se convierte en un factor participativo y
productivo, que puede aportar soluciones valiosas, incluso, para solventar
eventuales vacíos, propios del proceso de transformación.
Una detección a
tiempo de las variaciones del entorno con impacto en el negocio, una correcta
interpretación del cambio necesario, la definición de una estrategia acorde y
una implementación que integre verticalmente a estos cuatro componentes, todo
enmarcado en un proceder dinámico y flexible, son clave de éxito de cualquier
proceso de transformación. Reconocer los retos del presente, es llegar antes al
futuro.